Se estima que un tercio de los casos de cáncer se podría prevenir con hábitos alimenticios saludables.
Existe una relación inversa entre el riesgo de cáncer y el consumo variado de verduras, frutas, cereales integrales, fibra dietética, ciertos micronutrientes y algunos tipos de grasas. Es por eso que la elección adecuada de alimentos sumado al mantenimiento de un peso corporal saludable y la realización de actividad física regular, son en la actualidad tres pilares básicos en materia de prevención de esta enfermedad. Así lo explicó en diálogo con La Prensa el doctor Carlos Markmann, jefe de la sección Nutrición y Diabetes del Hospital María Curie y protesorero del XVIII Congreso Argentino de Nutrición.
"Los estudios epidemiológicos sobre cáncer y nutrición han aportado sólidas pruebas de que algunos patrones dietéticos, características antropométricas y actividad física juegan un importante papel en la etiología de algunos de los cánceres más frecuentes", apuntó el experto, para luego añadir: "Se estima que un tercio de los casos de cáncer se podría prevenir con hábitos alimentarios saludables".
Según indicó Markmann, conclusiones fiables derivadas de numerosos y variados enfoques han permitido que organismos internacionales hicieran pautas generales sobre los hábitos alimentarios de la población con el objetivo de prevenir enfermedades como el cáncer.
"Las verduras, las frutas y los cereales integrales son los grupos de alimentos que encabezan las guías alimentarias saludables; en estos alimentos existen sustancias conocidas con el nombre de fitoquímicos, que en estudios de laboratorio con animales han demostrado proteger contra esta enfermedad", subrayó.
Los fitoquímicos incluyen carotenoides, vitaminas C y E, selenio, fibra dietaria, ditioltionas, indoles, isotiocianatos y tiocianatos (presentes en las crucíferas), cumarinas, flavonoides, fenoles e isoflavonoides, entre otros.
"El retinol, el ácido retinoico y los carotenoides se relacionan con un efecto protector de cáncer de pulmón, mama, piel, próstata, ovario, vesícula, páncreas, recto y colon", precisó Markmann.
En tanto, el experto comentó que la acción anticancerígena de la vitamina A estaría relacionada al poderoso efecto antioxidante y a su eficacia para suprimir la actividad en los oncogenes.
"Durante los últimos años los carotenoides (sobre todo los beta-carotenos y el licopeno) han sido los principales protagonistas de las investigaciones que intentan relacionar fitoquímicos con prevención de cáncer, pero por el momento no se ha hallado una asociación positiva entre ellos", aclaró.
VITAMINA C
Sobre la vitamina C, Markmann expresó que se trata de un antioxidante presente en vegetales y frutas verdes y amarillas, que inhibe la transformación maligna in vitro y disminuye el daño cromosómico inducido por carcinogénesis. "En numerosos estudios prospectivos y retrospectivos se pone de manifiesto el efecto preventivo de la vitamina C en el desarrollo de tumores, pero parece ser especialmente eficaz en los cánceres de estómago y de mama", detalló.
Asimismo, el jefe de Nutrición del Hospital María Curie aseguró que la vitamina C es altamente eficaz en la prevención de la formación de nitrosaminas, que tienen una potente actividad carcinogénica, en especial en el estómago, el esófago, la zona nasofaríngea y la vejiga. "La vitamina C puede también actuar en la prevención del cáncer de mama y otros tipos de tumores, gracias a su actividad en la función inmunitaria celular", agregó.
VITAMINA E
Por otra parte, se ha demostrado el efecto inhibidor de la vitamina E sobre el crecimiento de las células prostáticas. "El alfa-tocoferol -puntualizó el nutricionista- es la forma más activa de la vitamina E y es un poderoso antioxidante además de ser capaz de aumentar la inmunidad celular".
En un estudio, los hombres fumadores que tomaban alfa-tocoferol tenían un menor riesgo de cáncer de próstata en comparación con quienes tomaron un placebo.
En cuanto a dónde encontrar tocoferoles, Markmann explicó que éstos se encuentran en las semillas enteras, el germen de los granos y los aceites extraídos de ellos. "El National Cancer Institute recomienda consumir 25 miligramos por día y actualmente hay trabajos que indican dosis mayores", destacó.
SELENIO
Otros aliados en materia de prevención del cáncer son los mariscos, el riñón, el hígado, las carnes, los cereales y las legumbres, ya que contienen selenio, un oligoelemento que ayudaría a disminuir el riesgo de cáncer de pulmón, de próstata y colorrectal.
"La recomendación diaria de selenio -afirmó el profesional- para hombres y mujeres de 19 a 50 años es de 55 microgramos y para mayores de 50 años, 45 microgramos".
FIBRA DIETARIA
Con respecto a la relación entre fibra dietaria y cáncer, Markmann dijo que desde hace años se habla de su efecto preventivo para el cáncer de colon y de mama. Hasta hace poco, los estudios no arrojaban resultados concluyentes, pero un estudio reciente llevado a cabo en 10 países europeos demostró una reducción del 42% en el riesgo de desarrollar cáncer colorrectal asociado a un alto consumo de fibra (no distinguió entre fibra soluble e insoluble).
"El efecto benéfico anticancerígeno de la fibra se debe a que acelera el tránsito intestinal, disminuyendo así el contacto de los agentes mutagénicos con la mucosa entérica y la posibilidad de absorción de los mismos; también modifica la flora intestinal, generando en su metabolismo sustancias protectoras para la mucosa y modula la expresión de múltiples genes, incluidos algunos de los oncogenes y genes supresores implicados en la carcinogénesis colorrectal", ilustró el nutricionista, quien detalló que actualmente, la recomendación de consumo de fibra dietaria es de 25 a 30 gramos por día.
FENOLES
Hay un grupo de sustancias que se engloban en el grupo de los fenoles, que también han sido relacionadas con un efecto anticancerígeno, según explicó el protesorero del XVIII Congreso Argentino de Nutrición.
Dentro de este grupo se encuentran: la cumarina, presente en todos los vegetales; los flavonoides, que incluyen a las flavonas, los flavonoles y las proantocianidinas, son pigmentos de color blanco a rojo y tonos violáceos que se encuentran principalmente en la cebolla, las coles, las uvas y por consiguiente, en el vino tinto.
También integran el grupo las isoflavonas, por ejemplo genistein y daidzein, que se hallan en la soja y los alimentos a base de soja y son las responsables de que a estos alimentos se los asocie con un riesgo disminuido de cáncer de mama, endometrio y próstata.
"Datos clínicos sugieren que dietas a base de soja influyen sobre el riesgo de cáncer de mama modulando favorablemente el metabolismo estrogénico en mujeres. Datos prospectivos de hombres vegetarianos indicaron que el consumo de leche de soja más de una vez al día, comparado con el consumo de leche sin soja, estaba asociado con una reducción del 70% del riesgo de cáncer de próstata", apuntó.
TIPOS DE GRASAS
En cuanto a las grasas de la dieta, "hay que comenzar aclarando que la relación entre grasa y riesgo de cáncer depende del tipo de grasa consumida más que del consumo total de grasa", subrayó Markmann.
El aceite de oliva es rico en ácido oleico, un ácido graso monoinsaturado, y se lo ha relacionado con una reducción del riesgo de cáncer de mama.
En cambio, los ácidos grasos poliinsaturados omega-6 (ácido linoleico) que se hallan en aceites de semillas parecen aumentar el peligro de ciertos tipos de cáncer como el de mama, colon y próstata.
Por su parte, los ácidos grasos poliinsaturados omega-3, como a-linolénico, ácido eicosapentanoico (EPA) y ácido docosahexanoico (DHA), que se encuentran en aceites de pescados, parecen ejercer efectos inhibidores.
"En la actualidad se aconseja limitar el consumo de grasas a menos de 30% del valor calórico total, aumentar los omega-3 y reducir la ingesta de ácidos grasos omega-6", insistió el especialista.
Con respecto a la cantidad total de grasas y riesgo de cáncer, señaló que los datos relacionan un consumo aumentado de este macronutriente con mayor riesgo de padecer cáncer de mama, útero, colon y próstata. Esto se debería a las mayores posibilidades de oxidación de los lípidos y a un aumento de estrógenos, prostaglandinas y carcinógenos biliares.
PROTEINAS
Por último, Markmann se refirió a otro macronutriente relacionado con el desarrollo de cáncer: las proteínas. "Se sabe que el crecimiento tumoral disminuye cuando el individuo ingiere pocas proteínas y se observa que el crecimiento tumoral aumenta cuando la ingesta proteica supera 2 ó 3 veces los requerimientos", graficó el profesional.
"Trabajos experimentales realizados en animales sugieren que al reducir las proteínas de la dieta de 20% al 5% del valor calórico total (VCT) se inhibe la hepatocarcinogénesis y que la restricción de la fenilalanina y tirosina detiene el crecimiento del melanoma. Dichas experiencias tendrían directa relación con modificaciones que ocurren en el sistema inmune o en la variación de la actividad enzimática, entre otras causas", concluyó.
RECOMIENDA ESTE BLOG A TODA LA GENTE QUE TE IMPORTA
No hay comentarios:
Publicar un comentario